jueves, 30 de mayo de 2013

El Huarache Azteca: de costillas y nanacates

Ayer tuve el enormísimo gusto de ver a una de mis mejores amigas, mi casi hermana, para que me ayudara a arreglar las invitaciones que estoy haciendo para mi boda. Su mamá nos invitó a comer a un lugar llamado El Huarache Azteca, que se encuentra cerca del Mercado de Jamaica en la delegación Venustiano Carranza. Desde un principio me hicieron saber que El Huarache Azteca es el equivalente a La Casa de Toño en Santa María la Ribera o las tortas que están cerca de metro Etiopía, en otras palabras, un lugar al que tienes que ir una vez que estás en el barrio.
El restaurante abrió sus puertas en el año de 1935, cuando originalmente era un puesto de tlacoyos a las orillas del embarcadero del Gran Canal Nacional, lo que hoy conocemos como Calzada de la Viga. Cuando el Canal se tapó y se construyó el Mercado de Jamaica, la dueña adquirió un local en donde comenzó a alargar más el tamaño de los tlacoyos hasta que se volvieron lo que hoy se conoce como "huarache", a su vez, amplió su repertorio y comenzó a servir consomé de carnero como única opción líquida. 
Llegamos a un local con varias mesas, una tarima improvisada y con decoración en tonos amarillos y diseños aztecas en las paredes. Los manteles de plástico, las sillitas de banco y el ambiente en general, lo hacen sentir a uno en casa que, al final de cuentas, es la idea general de las fondas en la Ciudad de México. La carta es súper extensa, con todas las variantes del huarache que pueden existir, con costilla, con arrachera, con queso, con champiñones, y una larga lista de etcéteras que hacen que uno comience a salivar aún cuando no se le ha pedido al mesero la comida. Mi amiga y su mamá pidieron el tradicional huarache con costilla y salsa roja, yo pedí un huarache campesino, que tiene champiñones y queso oaxaca derretido y pedí que me pusieran la mitad con salsa roja y la mitad con salsa verde, así podría yo juzgar cuál de las dos salsas me parecía mejor.
A decir verdad, las dos salsas fueron fantásticas, pero si piden cualquiera de los deliciosos huaraches, les sugiero fuertemente que la piden con salsa roja, tiene mucho más carácter y picor sin llegar a hacerte llorar de lo especioso de la salsa. Todos los huaraches tienen una base de maíz, frijol y están fritos en manteca lo cual - a mí - me hace la más feliz del planeta ya que mientras más frito en grasa esté, mejor (¡se los dice la que fríe el huevo en el aceite que deja el tocino!). De tomar pedimos una jarra de agua de limón, la cual estaba en su punto perfecto de dulzura. 
Por si se les antoja - y se los recomiendo en caso de que anden por la zona - El Huarache Azteca se encuentra en la calle de Torno 154, a una cuadra del Mercado de Jamaica, en la colonia Artes Gráficas. Además, cuentan con servicio a domicilio, lo cual le viene de perlas a los locales para poder degustar los huaraches del local en la comodidad de su casa.

martes, 21 de mayo de 2013

La comida de una vida

Dado el caso de que mi economía no me ha permitido ir a probar lugares nuevos para reseñar, en esta entrada decidí hacer un pequeño recorrido por mi historia personal con la comida, y el lugar que ésta ocupa dentro de mi vida.
Una de las cosas más difíciles, en cuanto a recuerdos, es tratar de ir a aquellos que pasaron casi al principio de nuestra vida, y si además le añadimos la variable de pensar en nuestro primer recuerdo culinario, las cosas tienden a complicarse. Mi primer recuerdo con la comida es de cuando mis papás me llevaban de pequeña a Colonos, una suerte de fonda e-nor-me en Mérida, Yucatán que sirven antojitos yucatecos que siempre vienen con gran sabor y gran cantidad. Me sentaban en mi sillita y mi mamá me pedía ceviche de pescado, el cual me encantaba comerme con las manos y hacer sonidos cuando el toque ácido llegaba a mí, cosa que divertía mucho a mi mamá. De allí se desprenden muchos recuerdos que no se logran diferenciar mucho porque en mi mente se confunde Colonos con la Fonda 99.99 de la colonia del Valle en la Ciudad de México, a donde - hasta la fecha - vamos mucho, por ser de la mejor comida yucateca que se puede conseguir en el DF. De allí, tengo recuerdos de mi infancia que se mezclan entre los panuchos de pavo, fritos y rebosados en aceite hasta decir basta, con su cebollita morada y el pavo perfectamente bien cocinado, los tacos de cochinita que los partía en cachitos para que duraran más y los codzitos, que - básicamente - son unos tacos "de aire" o con muy poca carne molida, fritos, con caldillo de jitomate y queso espolvoreado. 
En cuanto a la comida más "elevada", o gourmet, recuerdo perfectamente (y hasta la fecha lo saboreo como si fuera ayer) una vez que un amigo de nuestra familia nos preparó en su casa en Tepoztlán un cordero a la menta. Yo tenía alrededor de nueve años y el sabor de la menta con el cordero, la consistencia de la carne, junto con una copa pequeña de vino que me habían dado para acompañar la comida, me hicieron agua la boca. Hace un poco menos de un año, este mismo amigo nos volvió a invitar a comer otro cordero que había preparado, pero en ningún momento logró igualar el sabor y los recuerdos que me trae todavía el primero que hizo para nosotros.
Cuando mi papá viajaba mucho por cuestiones de trabajo, comenzamos una tradición navideña de comenzar nuestra cena con una o dos rebanadas de paté de foie gras de ganso, un paté delicioso, sedoso y con una cantidad enorme de sabor para las pequeñas porciones que se alcanzan a comer. Este ha sido uno de las proteínas que más han marcado mi historia culinaria, y la de mi hermano - el cual le llamaba fraguá - ya que era el platillo que esperábamos todo un año para que llegara a nuestros paladares. Si a eso se le sumaba el gran arte que tiene mi mamá para cocinar, en este caso, un pato o un pavo para todos con especias y mantequilla al horno... ¡mmmmmmmmm! Es una de las razones primordiales por las cuales la Navidad es toda una celebración a la comida en mi casa. 
Finalmente, el otro recuerdo de comida que queda tatuado en mi mente como parte de mi historia, fue una de las Navidades que pasé en Francia, en donde me atasqué de todo lo que tenía cara de comestible, desde paté de jabalí, conejo con manzanas y, cuando llegué a casa de mis tíos para el año nuevo, una mesa inmensa de crustáceos que iban desde los ostiones vivos hasta los berberechos y bericuetos, que hicieron que los ojos se me salieran de la anticipación. La cuestión de ponerles limoncito y ver como se retorcían, para después zampármelos uno por uno, hacía que uno perdiera todo tipo de decoro y que cuando quedaba la última concha en la mesa, no me hice de la boca chiquita y les arrebaté a todos los comensales el último bocado de placer.
Es un ejercicio divertido el intentar medir la vida de uno en términos de platillos y bocados. La comida es parte fundamental de mi vida y de mi historia y quería compartirla con ustedes, en espera de que pronto les tenga nuevas noticias de los lugares a dónde ir a comer en esta hermosísima Ciudad de México.

jueves, 2 de mayo de 2013

Omnibus carnívoro - hamburguesero

Después de varias semanas de desaparición por cuestiones de acoso laboral y demás peripecias de la vida, procedo a ofrecer una disculpa por no haber puesto nada de nada en este blog. Es por eso que he decidido que en esta ocasión haré un breviario sobre todo lo que he logrado probar desde la última vez que publiqué. 
Hay días en los que me siento sumamente frustrada por vivir en una ciudad tan grande y que, al mismo tiempo, todo se encuentra concentrado en ciertas áreas que - invariablemente - se encuentran lejos de mi humilde hogar, pero por el otro lado, en cuanto a temas gastronómicos se refiere, me siento muy afortunada de no vivir en una burbuja culinaria y que la ciudad de México es un lugar en donde uno puede darle rienda suelta a las exigencias del paladar de cada quien y, prácticamente, comer lo que a uno se le antoje, siempre y cuando la cartera (o las invitaciones) lo permitan.
Hace ya unos meses, mi papá, mi hermano, Chu y yo fuimos a comer a una parrilla uruguaya llamada Don Asado, un lugar casero, con la música muy fuerte pero que sirven porciones sumamente generosas, lo cual se agradece cuando uno llega con el apetito al full y con ganas de comerse a la vaca completa. En este lugar que se encuentra en la colonia Florida, sobre avenida Insurgentes número 1826 al sur de la ciudad, decidimos darle gusto carnívoro al cuerpo pidiendo una entrada de mollejas de ternera (¡mmmmm!), todos pedimos cortes distintos de carne como el vacío, arrachera y bife de chorizo, cada una en término medio, acompañada de papas a la francesa y ensalada. La verdad es que comimos excelente, a precios muy módicos para las cantidades de comida que se ingieren; la carne es de primera calidad y uno, la verdad, sale feliz de todo lo que se comió. Por si no se tienen ganas de comer carne, Don Asado tiene varias opciones de pizzas a la leña, pastas hechas en casa, ensaladas y parrilladas de verduras y pollo. La verdad lo recomiendo muchísimo.
Semanas después - un domingo - Chu y yo amanecimos con un apetito voraz que nos volvía locos, por lo cual decidimos buscar opciones cercanas a la casa. Después de descontar las opciones de siempre, como el Vips o las pizzas buenísimas de Santa María la Ribera, decidimos ir al Forum Buenavista a comer al Chili's que se encuentra dentro del centro comercial. Con todo y que ya es bola cantada y que es una cadena, comimos fantásticamente. Pedimos toooooodo lo que pudiéramos comer hasta reventar de forma que nos echamos, cada uno, la mitad de unas costillitas, media hamburguesa, bolitas de queso con especias y una canasta de papas curly que estaban para chuparse los dedos una, y otra y otra y otra, vez. El servicio fue muy bueno, los meseros son atentos sin llegar a estorbarte el momento de la comida, el ambiente muy relajado y todos los comensales parecían felices de estar consumiendo sus alimentos, cosa que siempre es buena señal.
Hace poco tiempo fuimos al Ruben's de Prado Norte en las Lomas porque quería probarle a Chu que eran las mejores hamburguesas de la vida y la verdad me decepcionaron. Por lo general Ruben's es una garantía de una gran hamburguesa, servida con su ensalada de col, tocino, carne sabrosa y el pan calientito. Llegamos para darnos cuenta de que en la sucursal de Prado Norte, el servicio es lento y malo, la carne viene en un término cercano a lo crudo (lo cual no me molesta mucho excepto por la temperatura de la materia prima, pero no le preguntan al comensal en qué termino prefiere la carne) y la verdad mi hamburguesa me dejó con un sabor de boca más o menos blah. En caso de que quieran probarlas, porque en el fondo de mi corazón sé que sólo fue esta mala experiencia, les recomiendo no vayan a Prado Norte, sino a cualquiera de sus otras sucursales y lo vean con sus propios ojos.
Finalmente, con motivo de mi entrada al cuarto de siglo, mis ex compañeros y amigos del trabajo me llevaron al centro comercial de Santa Fe a comer a Chazz. Hacía ya como cuatro años que no iba a este lugar pero la última vez recordaba haber comido muy bien. La verdad e que lo único que no estuvo tan padre de mi comida fue que el mesero fue excesivamente atento, de esos que acabas por querer golpear de lo amable y encimosos que resultan ser. Fuera de eso, las hamburguesas monstruosas cumplieron sus expectativas con un gran sabor en la carne y con la posibilidad de ponerle los toppings que uno quiere en la barra de ensaladas. Tal vez lo único que le faltó a la hamburguesa fue la rebanada de queso derretido que tan feliz me hace pero, fuera de eso, uno no se arrepiente de ir al Chazz a pesar de que sea cadena.
En fin, espero que con este omnibus haya vuelto mi confianza y mis ganas de escribir sobre comida. Prometo seguir contándoles todas las cosas que me vaya encontrando en mi camino, los buenos y los malos bocados. Mientras tanto, acepto sugerencias de las mejores hamburguesas que hayan comido ya que eso es algo que mi paladar pide, al menos, dos veces por mes y es uno de los platillos de comida confort (vamos a inventarnos un término que le quede en español) y que a prácticamente todo mundo le gusta. 
¡Les deseo un buen provecho y un buen fin de semana!